Cofundador de VeChain: Los intermediarios que han sido readmitidos están destruyendo los cimientos de la industria cripto

Piensa en el reciente evento de liquidación del 11 de octubre: todavía no sabemos el alcance total de lo que ocurrió, salvo que los inversores minoristas siguen pagando el precio, mientras que quienes tienen el poder negocian su propia “recuperación”.

Escrito por: Sunny

La verdadera crisis de la industria cripto: al final, hemos reinventado al “intermediario”, un papel que la industria cripto pretendía eliminar en primer lugar.

Para aquellos de nosotros que queremos usar las criptomonedas para mejorar el mundo, debemos empezar a señalar la verdadera naturaleza de este comportamiento: miopía, egoísmo y una codicia impopular, dice Sunny Lu, cofundador de VeChain.

La industria cripto está entrando en un punto de inflexión crítico y peligroso.

En mis doce años en este sector, ni siquiera en los mercados bajistas más profundos había visto una situación como la actual.

Por separado, estas señales son inquietantes. Juntas, son signos de una crisis potencial importante. ¿A dónde fueron las voces que hablaban de “utilidad” o de “atraer al próximo billón de usuarios”?

La primera gran preocupación es que cada vez menos constructores buscan auditorías de contratos inteligentes, algo que las empresas de auditoría me han mencionado repetidamente (la reciente vulnerabilidad en los contratos inteligentes de Yearn también lo demuestra). Esto solía ser un procedimiento estándar antes del lanzamiento de cualquier aplicación descentralizada (dApp). No es que estén felices de lanzar sin auditoría: es que simplemente no existen nuevas dApps. Los constructores —desarrolladores, fundadores que quieren lanzar aplicaciones que la gente realmente use— o bien están esperando que el entorno mejore, o están abandonando la industria cripto. No les interesa construir aplicaciones que, francamente, son fáciles de hacer, o simplemente copiar lo que ya existe, como aplicaciones financieras, tokenización de fondos, etc.

En segundo lugar, los inversores apenas ofrecen incentivos, apoyo o financiación para aplicaciones funcionales que son más difíciles de construir y (normalmente) requieren más tiempo. A menos que una aplicación tenga potencial para un retorno de 1000 veces en el corto plazo dentro de algún mecanismo DeFi, no recibirá financiación ni “apoyo”, lo que pone a los constructores en una situación desesperada. En otras palabras: si eres un fundador con conocimientos de blockchain y buenas ideas, probablemente te encuentres en una situación imposible desde el principio.

Por el contrario, la inversión en la industria actualmente se concentra en la pura búsqueda de ganancias a corto plazo, como memecoins, manipulación interna, protocolos DeFi con estructuras multilayer pero poca transparencia, y operaciones con apalancamiento excesivo. Donde va el dinero, va la atención, y por eso cada vez escuchamos menos sobre productos blockchain o casos de uso. En su lugar, abundan los titulares y pódcast sobre flujos de fondos en ETF, el rendimiento de los DAT (Digital Asset Tokens), trucos de trading, etc. Esto solo engaña y confunde aún más a los inversores minoristas, que compran estas fantasías —no aptas para amateurs— sin conocer las malas prácticas que hay detrás.

Aún peor, esta tendencia de priorizar la búsqueda de ganancias sobre los casos de uso reales de blockchain está siendo impulsada por muchos de los “líderes” de nuestra industria. Podrían estar promoviendo la migración de todo el sistema monetario global a la cadena para mejorar la eficiencia y la transparencia, o impulsando el uso de blockchain y criptomonedas para mejorar realmente nuestra sociedad, por ejemplo, incentivando comportamientos sostenibles o estilos de vida más saludables. Pero en cambio, eligen abrazar (y dar protagonismo) a una nueva y más peligrosa clase de intermediario.

Son estos intermediarios y sus productos financieros los que han introducido una complejidad dañina y deliberada, así como confusión, en nuestros mercados originalmente transparentes. Al hacerlo, han liberado niveles increíbles de codicia y robo.

Piensa en el reciente evento de liquidación del 11 de octubre: todavía no sabemos el alcance total de lo que ocurrió, salvo que los inversores minoristas siguen pagando el precio, mientras que quienes tienen el poder negocian su propia “recuperación”.

Las criptomonedas y la blockchain se crearon originalmente para acabar con el monopolio de los oligarcas financieros y democratizar el acceso en la nueva era de internet. Pero hemos permitido que los intermediarios manipuladores sean reinventados y, con ligeros cambios, sean recibidos de nuevo como los potenciales “salvadores” de Web3.

Web3 recibe su nombre porque blockchain realmente representa la próxima generación de internet. Desde el punto de vista técnico, blockchain es la joya de la corona de la evolución tecnológica humana. Usada correctamente, la IA nos hará más eficientes, y blockchain mejorará la colaboración sin barreras entre diferentes partes. Combinadas, podrían remodelar el mundo tanto como internet, o incluso más.

Pero ahora estamos atrapados observando DAT, ETF, operaciones apalancadas y liquidaciones DeFi, mientras una minoría obtiene ganancias desproporcionadas a partir del dolor y las pérdidas de millones de personas. Las criptomonedas aún no han cumplido su promesa de igualar la transformación radical de la World Wide Web, basada en principios de descentralización.

En los últimos meses, una escena de la película “The Big Short” me viene a la mente una y otra vez. El inversor Mark Baum, cada vez más frustrado por el comportamiento irracional y codicioso del mercado (y de sus actores), dice: “Lo que me molesta no es que el fraude no sea amable, ni que el fraude sea malo. En quince mil años de historia, el fraude y la miopía nunca, nunca han funcionado. Ni una sola vez.”

Tenía razón. Cada centavo de beneficio extraído del ecosistema cripto solo ahuyenta a los constructores y frena el avance de esta gran tecnología. Por la oportunidad de obtener ganancias a corto plazo, estos intermediarios cripto están destruyendo el valor de los activos subyacentes en los que especulan. Pero al final, toda la industria pagará el precio, incluidos quienes aman esta tecnología y creen en su potencial.

Para aquellos de nosotros que queremos usar las criptomonedas para mejorar el mundo, debemos empezar a señalar la verdadera naturaleza de este comportamiento: miopía, egoísmo y una codicia impopular. Debemos actuar para salvar la industria que amamos, devolver el enfoque a la construcción de verdadera utilidad, invertir en aplicaciones innovadoras para el próximo billón de usuarios y apoyar proyectos y protocolos que cumplan el innegable potencial de Web3.

Unámonos todos a esta “batalla por la utilidad”, mientras aún tengamos fuerzas.